PADRES
El cerebro de un padre cansado es básicamente... ¡borracho!?
Nos volvemos torpes, desequilibrados y propensos a los accidentes. Nos volvemos olvidadizos y confundidos.

Escrito por
Dr. Harvey Karp

Una amiga una vez me contó sobre la vez que llegó al centro de cuidado infantil para recoger a su bebé. Se sentía increíblemente cansada y aparcó su coche en un espacio de estacionamiento y luego siguió conduciéndolo... ¡directamente hacia el edificio!
El agotamiento es duro para los nuevos padres... y estresante. El despertar frecuente nos mantiene girando en un sueño ligero y reduce el sueño profundo y restaurador que necesitamos para preparar nuestras mentes y cuerpos para el siguiente día. Podemos ser capaces de salir adelante a pesar de noche tras noche de mal sueño, pero acumulamos una creciente 'deuda de sueño' que eventualmente debe ser pagada, ya sea con un buen sueño de recuperación... o con nuestra salud.
Los padres cansados enfrentan efectos de agotamiento tanto mental como físico.
La fatiga prolongada causa estragos en nuestro bienestar. Nuestro ánimo decae. Nos volvemos quejumbrosos, infelices y exigentes. Nuestra coordinación se desploma. Nos volvemos torpes, desequilibrados y propensos a accidentes. Nos olvidamos de las cosas y nos confundimos. Nuestra resistencia se desmorona. Desencadena una especie de reacción en cadena, empeorando nuestra salud. Engordamos. Nos salen granos. Nos da mastitis... y así sucesivamente.
El cerebro de un padre cansado en realidad funciona a un nivel más bajo. David Dinges, el renombrado investigador del sueño de la Universidad de Pensilvania, probablemente ha privado de sueño a más personas que cualquier otra persona en el mundo. En un experimento, su equipo hizo que algunos voluntarios durmieran solo seis horas por noche, mientras que otros pudieron dormir ocho. Durante el día, los científicos midieron la capacidad de atención de sus sujetos. El grupo bien descansado se mantuvo alerta. Sin embargo, los participantes privados de sueño se mostraron cada vez más dispersos… luego, a las dos semanas del estudio, su capacidad de atención cayó a niveles equivalentes a estar legalmente ebrios.
¡Padres agotados, tengan cuidado allá afuera!
De manera alarmante, la encuesta Sleep in America de la National Sleep Foundation encontró que el 48% de los padres admitieron conducir con somnolencia, y el 10% confesó haberse quedado dormido al volante.
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